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17.12.2021

Los mejores aliados ante un catarro o una gripe

Durante la estación invernal, son muy comunes enfermedades como el catarro o la gripe. Ambas se producen por virus que infectan las vías respiratorias, pero sus consecuencias son distintas.

Además, aunque presentan síntomas similares, no deben ser confundidas. Mientras el catarro presenta síntomas benignos que suelen desaparecer por sí solos al cabo de unos días, la gripe es potencialmente más grave, ya que puede presentar complicaciones.

Diferencias entre catarro y gripe

El catarro, también denominado catarro común, es una infección respiratoria que afecta a la vía aérea superior (nariz, senos paranasales, faringe y laringe) y es de origen vírico. La gripe es un proceso infeccioso que afecta a las vías respiratorias (a cualquier nivel) causada por el virus influenza, y que se acompaña de síntomas generales.
 

Se ha calculado que del 66 a 75% de los casos de enfermedades respiratorias agudas son causadas por un virus. Se conocen más de 200 virus distintos desde el punto de vista antigénico, pertenecientes a 10 géneros diferentes que causan enfermedades respiratorias agudas.
 

Existen algunas diferencias en cuanto a su origen. Por un lado, el catarro común es la patología respiratoria infecciosa más frecuente en nuestro medio, pues esta puede darse en cualquier momento del año. Los niños menores de dos años tienen alrededor de seis infecciones al año, los adultos de 2-3 catarros por año y las personas mayores alrededor de una por año. Respecto al catarro, el rinovirus es el agente más frecuente (24-52%), además del coronavirus, parainfluenza o adenovirus.
 

Por otra parte, el virus que causa la gripe es un ARN virus que pertenece a la familia Orthomyxoviridae y del género Influenzavirus. Se clasifica en tres tipos principales: A, B o C. El virus A es el principal causante de las epidemias que se producen cada año, mientras que el virus gripal B representa generalmente brotes más localizados. El virus C no produce epidemias, tan solo infecciones asintomáticas u oligosintomáticas, y siempre en forma de casos aislados. Los virus A se dividen en subtipos basándose en dos proteínas (antígenos principales) de la superficie del virus, la hemaglutinina (H) y la neuraminidasa (N), que forman las espículas de la envoltura del virus. Los tipos B y C presentan menos rango de variación y no reciben denominaciones de subtipo. 
 

Durante los períodos interpandémicos, los virus de la gripe evolucionan acumulando mutaciones puntuales en los genes que codifican las proteínas hemaglutinina y neuraminidasa, originando los denominados drifts antigénicos o cambios antigénicos menores. Estos cambios menores son la razón principal de que las personas puedan enfermar de gripe más de una vez en la vida, ya que los anticuerpos generados en una infección previa no protegen totalmente frente a una nueva infección por un virus que ha sufrido estas desviaciones.
 

Otra de las diferencias fundamentales es que la gripe es una enfermedad que se produce por brotes, aunque su intensidad y extensión geográfica es muy variable. Todos los años se registran brotes epidémicos generalmente como consecuencia de las variaciones antigénicas de los virus A y B los que con más frecuencia afectan a la población humana. El virus C constituye una causa menor de la enfermedad en humanos y se vincula con síntomas más similares a los de un resfriado común. En este sentido, es importante tomar las precauciones oportunas para prevenir la gripe e identificar a las personas que pueden transmitirla como prevención para las personas con alto riesgo de complicaciones 

Síntomas

La mayor parte de los virus respiratorios son capaces de causar más de un tipo de enfermedad respiratoria y es frecuente que en un mismo paciente haya manifestaciones de varios tipos de trastorno. Además, los procesos clínicos provocados por estos virus rara vez son lo suficientemente característicos para establecer un diagnóstico etiológico por las manifestaciones clínicas, aunque las circunstancias epidemiológicas aumentan la probabilidad de que esté implicado un grupo de virus u otro.

Catarro

Los síntomas, que generalmente se relacionan con la mucosa infectada, por lo general alcanzan su punto máximo entre 1 y 3 días, con una duración media total de 7-10 días, aunque en ocasiones persisten durante tres semanas. El cuadro comienza generalmente con un síntoma único como rinorrea o goteo nasal, acompañándose posteriormente de congestión nasal, estornudos, sequedad de garganta con picor o dolor, disfonía o tos. Los síntomas generales como cefalea o malestar son leves o ausentes y la fiebre es común en niños pero rara y leve en los adultos.

Gripe

Los síntomas de la enfermedad comienzan de 1 a 4 días después de que el virus entra en el organismo, este período de incubación puede ser mayor en personas inmunodeprimidas y además hay que tener en cuenta los posibles portadores asintomáticos.
 

La infección causada por los virus de la gripe ocasiona una alteración de la mucosa respiratoria mucho más severa que la provocada por virus catarrales. A las pocas horas de la infección, el tracto respiratorio está inflamado y congestivo.
 

El abanico de síntomas gripales es muy variable. Sin embargo, el denominador común es la presencia de síntomas generales que comienzan de forma brusca con fiebre y escalofríos, acompañados de cefalea, congestión nasal, dolor de garganta, malestar general y mialgias, pérdida de apetito y tos seca. La fiebre y los dolores musculares suelen durar de 3 a 5 días y la congestión y la falta de energía puede durar hasta 2 semanas.
 

En algunos casos pueden llegar a darse complicaciones como neumonías, bronquitis, sinusitis u otitis pero pueden aparecer también deshidratación, empeoramiento de enfermedades crónicas preexistentes (diabetes, asma o problemas cardíacos) o reagudizaciones de enfermedades respiratorias tipo EPOC, fibrosis quística o asma. En contadas ocasiones aparecen complicaciones neurológicas tipo síndrome de Reye o síndrome de Guillain-Barré.

Cómo curar un catarro y una gripe

En general, tanto en el catarro común como en la gripe, el tratamiento consistirá en el alivio de los síntomas. Siempre es necesario consultar a un profesional sanitario, que es la persona más indicada para realizar un diagnóstico adecuado. Entre las recomendaciones, puede estar la utilización de un mucolítico (a partir de los 2 años de edad), para facilitar la eliminación del exceso de mocos y flemas tanto en el catarro como en la gripe. Entre los consejos, estará el beber abundante cantidad de líquido durante el día y en caso de empeorar o no notar mejoría de los síntomas después de 5 días, el farmacéutico, derivará el paciente al médico.
 

Además, pueden emplearse analgésicos y antiinflamatorios para aliviar los dolores como las cefaleas y la fiebre. Podemos encontrar en el mercado algunos de ellos como ibuprofeno que, formulado con arginina, facilita que la absorción del principio activo sea más rápida, facilitando que se absorba tan solo en 30 minutos en comparación con el ibuprofeno solo, que se absorbería aproximadamente entre 1-3 horas.
 

Por otro lado, puede utilizarse como coadyuvante al tratamiento farmacológico agua marina en spray para facilitar la higiene nasal diaria, tanto en bebés recién nacidos, en niños y adultos. Ello permitirá arrastrar y eliminar la mucosidad en caso de congestión nasal, gracias al exceso de solución que se irriga.
 

Estos son algunos recursos que podemos utilizar para combatir la sintomatología típica de ambas afecciones, siempre bajo el consejo y las recomendaciones oportunas de un profesional sanitario como el farmacéutico que aportará su criterio para sacar el máximo partido a la farmacoterapia de los productos utilizados para paliar los síntomas.

 

Referencias

  1. Rosas, M.R. Gripe y resfriado. Clínica y tratamiento. Offarm. 2008. 27(2): 46-51. [Acceso: 28 de noviembre de 2021]. Disponible en: https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-articulo-gripe-resfriado-clinica-tratamiento-13116051
     
  2. Allan, G.M.; Arroll, B. Prevención y tratamiento del resfriado común: dar sentido a la evidencia. CMAJ. 2014; 186(3): 190-199. [Acceso: 28 de noviembre de 2021]. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3928210/
     
  3. Díez Rodríguez, M.; González Fernández, G.; Fernández Miranda, I.; Abollado Rego, M.; Escribano Romo, G. Gripe. Semergen, 2006. 32(8):382-389. [Acceso: 28 de noviembre de 2021]. Disponible en: https://www.elsevier.es/es-revista-medicina-familia-semergen-40-pdf-13093547
     
  4. Dolin, R. “Infecciones respiratorias virales frecuentes.” Harrison. Principios de Medicina Interna, 2012. 18 e Eds. Dan L. Longo, et al. Mc Graw Hill. Capítulo 186. [Acceso: 28 de noviembre de 2021]. Disponible en: https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=1622&sectionid=101836928
     
  5. Dolin, R. “Infecciones respiratorias virales frecuentes.” Harrison. Principios de Medicina Interna, 2012. 18 e Eds. Dan L. Longo, et al. Mc Graw Hill. Capítulo 223. [Acceso: 28 de noviembre de 2021]. Disponible en: https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=1717&sectionid=114923676
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