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21-11-2022

Tipos de disfunción eréctil, prevención y abordaje psicológico

La disfunción eréctil, es un problema de salud en todo el mundo, con una prevalencia cada vez mayor. A pesar de que supone una disminución de la calidad de vida, pocos son los pacientes que acuden a consulta.

Además, existe importante desinformación al respecto sobre esta patología, que sigue considerándose como un tabú.

En este sentido, cuando una persona comienza a percibir situaciones de disfunción eréctil, es habitual que surjan dudas, inquietudes y diferentes preguntas en torno a qué es, cómo se diagnostica, qué factores influyen o cuales son las causas que pueden provocarla y si existe algún tratamiento que pueda ser efectivo.

El avance del conocimiento en este tema y de los factores de riesgo implicados en la disfunción eréctil, han permitido desarrollar diferentes opciones terapéuticas menos invasivas, seguras y eficaces, siendo una afección que requiere un abordaje adecuado multidisciplinar, por diferentes profesionales sanitarios. 

¿Qué es la disfunción eréctil?

La disfunción eréctil se define de manera general como la incapacidad para alcanzar o mantener una erección que permita mantener relaciones sexuales satisfactorias. Es un problema común con efectos negativos significativos en la calidad de vida tanto del paciente como de su pareja, y se asocia con una percepción negativa de la relación de pareja y de la salud en general.
 

Características de los distintos tipos de disfunción eréctil

Hasta hace unos años se consideraba la disfunción eréctil como un problema de origen psicológico en un 75-95% de los casos. Sin embargo, la aparición de nuevos métodos diagnósticos fue revelando causas de tipo orgánico en algunos casos. Por esta razón, se clasifica etiológicamente en orgánica, psicógena o mixta. En concreto, la disfunción eréctil psicógena se asume que está relacionada o dada exclusivamente por factores psicológicos o interpersonales. Las características clínicas incluyen: inicio súbito, intermitencia de la función, así como buenas erecciones nocturnas.

Así, se pueden distinguir diferentes tipos de disfunción eréctil:

  • Disfunción eréctil neurogénica. Debido a que la erección es un evento neurovascular, cualquier enfermedad, disfunción o lesión (incluso quirúrgica) que afecte al cerebro, la médula espinal o los nervios erectogénicos periféricos (pudendo y cavernoso) puede inducir la disfunción eréctil. También puede ser comórbida con otras enfermedades que causan disfunción eréctil, ya que la presencia de un trastorno neurológico o neuropatía no excluye otras causas.
  • Disfunción eréctil endocrinológica. Los andrógenos, específicamente la testosterona, se han relacionado con el deseo sexual, la función orgánica y la función eréctil. Sin embargo, niveles bajos de testosterona sérica no se han relacionado claramente con la presencia de la gravedad de la disfunción eréctil.
  • Disfunción eréctil inducida por fármacos. Diferentes fármacos se han asociado con la disfunción eréctil como por ejemplo los fármacos antihipertensivos, psicotrópicos y antiandrogénicos, principalmente.

Disfunción eréctil y enfermedad cardiovascular. Ambas patologías comparten muchos factores de riesgo como hipertensión, diabetes mellitus, hipercolesterolemia, obesidad y tabaquismo. Esto lleva al concepto de que la disfunción eréctil es otra manifestación de enfermedad vascular cuya fisiopatología puede deberse a una disfunción endotelial y la enfermedad vascular subyacente es la causa de la disfunción eréctil en muchos hombres. Además, los hombres que presentan disfunción eréctil tienen un mayor riesgo de desarrollar eventos cardiovasculares. 

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Prevención de la disfunción eréctil

La prevención de la disfunción eréctil se centra en el tratamiento de los factores de riesgo modificables. El tratamiento del sobrepeso y la obesidad con cambios en la dieta y ejercicio aeróbico puede ayudar a prevenirla. 

En el caso de los consumidores de tabaco, se debe alentar al cese. El asesoramiento sobre salud sexual que se centra en una buena comunicación con la pareja y una dinámica de relación saludable puede ayudar a prevenir la disfunción eréctil psicógena.

Abordaje psicológico de la disfunción eréctil

Los últimos años ha surgido varios tipos de tratamientos psicológicos para hacer frente a los trastornos de la erección. A continuación, se describen algunos tratamientos psicológicos cuya efectividad ha sido probada y se esbozan las líneas generales de un plan de tratamiento basado en aportaciones previas de otros autores.

  1. Programas educativos: se trata de aportar información, corregir errores, modificar actitudes, expectativas y objetivos. Algunos de los errores más comunes son: reducir la sexualidad del coito, evitar las relaciones sexuales, considerar los logros sexuales con un índice de éxito personal y social, tener una concepción estereotipada acerca de los papeles masculino y femenino, al considerar que la terapia consiste en aprender técnicas sexuales. El objetivo principal de la terapia ha de ser que ambos miembros de la pareja disfruten de su sexualidad.
  2. Terapia racional emotiva: la terapia racional emotiva de Ellis parte de la supremacía de lo cognitivo sobre lo emocional y conductual. De acuerdo con su teoría, nuestras emociones y conductas están determinadas por nuestros pensamientos y en la base de todos los trastornos emocionales podemos encontrar pensamientos disfuncionales a los que da nombre de “ideas irracionales”.
  3. Desensibilización sistemática: es un procedimiento que consiste en exponer al paciente de forma progresiva al estímulo ansiógeno en presencia de una respuesta incompatible con la ansiedad, que suele ser la relajación. Se ha aplicado con éxito a los trastornos de la erección, lo cual demuestra el importante papel que desempeña la ansiedad en algunos casos.
  4. Biofeedback: son técnicas que consisten en utilizar instrumentos específicos que proporcionen al sujeto información inmediata, precisa y directa, mediante señales normalmente acústicas o visuales, sobre la actividad de sus funciones fisiológicas, facilitando la percepción de estas y el someterlas a un control voluntario. En el caso de la disfunción eréctil, se ha utilizado pletismografía del pene (medición del flujo sanguíneo del pene), si bien con resultados ambiguos, probablemente debido al efecto negativo que produce el aumentar la atención del hombre sobre su erección con la consiguiente “presión de rendimiento”.

En conclusión, el abordaje de la disfunción sexual no puede seguir siendo enfocado con un carácter exclusivamente mecanicista basado en la respuesta o no de agentes farmacológicos o de posibilidades de actuación quirúrgica. Aunque en muchas ocasiones las consultas sobre disfunción eréctil obedecen a causas orgánicas, el estrés ocasionado por la propia disfunción unido a la falta de deseo en relación a la pareja, son factores que también se deben evaluar y sobre los que es imprescindible actuar de modo conjunto.

En este sentido, es necesario consultar con un profesional sanitario como el médico o el farmacéutico la situación o nuestras preguntas y preocupaciones, ya que podrá orientarnos en la mejor forma de proceder, aportándonos información por ejemplo sobre cómo prevenirla o qué soluciones pueden estar a nuestro alcance.

Referencias

  1. Martín-Morales, A.; Gutiérrez Hernández, P.R.; Meijide Rico, F.; Arrondo Arrondo, J.L.; Turbí Disla, C. Efectividad y satisfacción con el tratamiento en pacientes con disfunción eréctil en España: Estudio EDOS. Actas Urol Esp. 2010; 34(4):356-364. [Acceso: 11 de noviembre de 2022]. Disponible en: https://scielo.isciii.es/pdf/aue/v34n4/original5.pdf 
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  3. Vargas Castillo, P.M.; Cordero Cordero, J.M. Disfunción eréctil en el paciente adulto mayor. Rev. Méd. Sinergia. 2021, 6(7): e685. [Acceso: 11 de noviembre de 2022]. Disponible en: https://revistamedicasinergia.com/index.php/rms/article/view/685/1253 
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