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08-06-2022

Cistitis y cómo prevenirla

La cistitis es una infección de vías urinarias y éstas constituyen, después de las respiratorias, el segundo grupo en importancia de infecciones extrahospitalarias, y son una causa frecuente de consulta en atención primaria.

Las infecciones del tracto urinario presentan una gran incidencia en la población, siendo más prevalentes entre las mujeres que entre los hombres. Se estima que el 40% de las mujeres y el 12% de los hombres presentan, por lo menos, un episodio de infección de vías urinaria en su vida adulta

Debido a la alta prevalencia de este tipo de infecciones es conveniente conocer cómo podemos prevenirlas y, junto con el consejo de un profesional sanitario, conocer qué recursos podemos utilizar tanto para prevenirlas como para disminuir su repetición.

¿Qué es la cistitis y cuáles son sus causas?

La cistitis es una infección del tracto urinario (ITU) no complicada y más concretamente de las vías bajas.

A nivel microbiológico, se consideran hallazgos de apoyo diagnóstico de cistitis aguda al aislamiento de ³ 103 UFC/ml de bacteria en un cultivo de orina obtenido mediante micción o bien el aislamiento ³ 102 UFC/ml de bacteria en un cultivo de orina obtenido mediante sondaje vesical estéril o punción suprapúbica. La cistitis recurrente es aquella en la que se producen tres episodios de cistitis aguda en los últimos 12 meses o dos episodios en los últimos seis meses. La cistitis recidivante es la infección por la misma cepa de la misma bacteria antes de dos semanas tras acabar el tratamiento antibiótico, lo que sugiere un fallo del tratamiento.

Es de gran importancia tener conocimiento sobre las causas que predisponen o generan dichas cistitis y los gérmenes relacionados, así como sobre las resistencias de los gérmenes aislados más frecuentemente. Este tipo de infecciones están causadas por un escaso número de especies bacterianas y más del 95% de ellas son producidas por una sola especie. Una minoría de episodios organismos ambientales con frecuencia introducidos en las vías urinarias durante su manipulación.

En la mujer joven sin factores de riesgo las cistitis agudas están producidas casi exclusivamente por Escherichia coli (70-80% de los casos); seguidas por Proteus mirabilis y Klebsiella pneumoniae. En las mujeres jóvenes sexualmente activas, Staphylococcus saprophyticus también es común a esta edad, mientras que en mujeres de más de 50 años solo causa un 0,5% de este tipo de infecciones. En circunstancias normales, estas bacterias son eliminadas por el flujo y las propiedades antibacterianas de la orina. Si dichas bacterias no son eliminadas, se inicia una colonización (adhesión del microorganismo al urotelio, reproducción y eliminación por la orina) o una infección (implica lesión del epitelio vesical).

¿Cuáles son los signos y síntomas de la cistitis?

Cuando el microorganismo produce un daño tisular, que se traduce en la aparición de sintomatología clínica de tipo inflamatorio-dolorosa, se genera la cistitis como infección sintomática.

Los síntomas asociados a las cistitis agudas son: escozor miccional, urgencia miccional, polaquiuria (necesidad de orinar muchas veces durante el día o la noche), dolor suprapúbico, tenesmo vesical o urinario (deseo imperioso de orinar que obliga a hacerlo constantemente).


 

¿Cómo se puede prevenir la cistitis?

La evidencia actualmente disponible respalda el uso a largo plazo de antibióticos en dosis subterapéuticas para controlar la infección urinaria recurrente. Sin embargo, un problema importante a este respecto es el consiguiente aumento de la resistencia bacteriana a los antibióticos y la selección de flora bacteriana multirresistente.

Algunos estudios han reportado la utilidad del arándano en el tratamiento de la infección del tracto urinario recurrente, tanto en adultos como en niños. Se postula que el contenido en polifenoles, particularmente poantocianidinas, y en concreto las de tipo A, y la inhibición de la adherencia de Escherichia coli al uroepitelio, podrían explicar un posible efecto preventivo y terapéutico del arándano.

Un metaanálisis, que incluyó cuatro estudios válidos (tres de ellos en pacientes ancianos) de los 10 estudios evaluados y que comparaban la eficacia de los arándanos (administrado de distintas maneras: jugo, extracto o comprimidos) frente a placebo, concluyó que los arándanos reducían significativamente el número de ITU sintomáticas . Por otro lado, en un estudio aleatorizado reciente que comparaba un fármaco antibiótico utilizado para las infecciones de este tipo (trimetoprima) frente a arándanos, se concluyó que no se encontraron diferencias significativas en cuanto al tiempo de recurrencia de las infecciones, por lo que teniendo en cuenta que la administración de trimetoprima se asocia a más efectos adversos, el tratamiento con arándano se podría considerar como una buena opción.

Respecto a la duración y dosificación de la administración de los arándanos como método preventivo, en base a los distintos estudios realizados los arándanos se deberían administrar durante un periodo de 6-12 meses. En la actualidad se desconoce cuál es la dosis idónea, ya que en los estudios realizados esta ha sido muy variable. La Agencia Francesa para la Seguridad Alimentaria (AFSSA) recomienda la administración de 36 mg de proantocianidinas al día.

Así, para aliviar los síntomas de las infecciones del tracto urinario como son las cistitis, el abordaje con un complemento alimenticio de arándanos rojos es seguro y bien tolerado. Ante una situación de este tipo, en la que sospechemos de una infección del tracto urinario por la sintomatología característica, se puede consultar a un profesional sanitario como el farmacéutico que, ante la valoración de la situación en concreto y la recurrencia de los episodios, podrá indicarnos cómo proceder. En algunos casos, la intervención del farmacéutico pasará por la posibilidad de recomendar un complemento alimenticio a base de arándano rojo americano, sin embargo, en otras conllevará la derivación al médico cuando piense que pueda ser oportuno.

Algunas recomendaciones de uso y pautas a seguir son las siguientes:

Realizar una ingesta diaria mínima de 1,5 l de líquidos.

Orinar aunque no tenga ganas, procurar no estar más de cuatro horas sin hacerlo (excepto durante las horas de dormir).

Orinar después de las relaciones sexuales.

Cuando se lave el área genital o se seque tras orinar, lavarse y secarse de delante hacia atrás.

Realizar el tratamiento siguiendo las dosis y duración recomendadas por su médico.

Referencias

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