Las enfermedades diarreicas son una de las mayores causas de mortalidad y morbilidad en la niñez en el mundo, y por lo general son consecuencia de la exposición a alimentos o agua contaminados. La diarrea causada por infecciones es frecuente en los países en desarrollo.
A su vez, en países de ingreso bajos, los niños menores de tres años sufren, de media, tres episodios de diarrea al año. Así, las enfermedades diarreicas son la tercera causa de muerte en niños menores de 5 años, ya que la diarrea puede durar varios días y dejar el cuerpo sin agua y las sales que necesita para vivir.
En Europa es la patología más frecuente en el niño sano, y en España tienen lugar más de 400.000 casos al año.
La diarrea constituye uno de los trastornos intestinales más frecuentes, de forma que prácticamente toda la población ha sufrido en un momento u otro de su vida, algún episodio de diarrea más o menos intenso. Por ello, resulta interesante conocer qué es la diarrea, qué tipos existen, cuáles son sus síntomas y algunos recursos útiles para hacerle frente.
¿Qué es la diarrea?
Se define la diarrea como el aumento de la fluidez o la disminución de la consistencia de la materia fecal, asociados o no a un incremento del volumen o de la frecuencia defecatoria respecto al hábito intestinal previo del paciente. Actualmente no debe definirse en términos de peso fecal (normal: 200 g/día – 300 g/día).
Las heces están compuestas por residuos secos con poca, mediana y gran capacidad para retener agua. La consistencia fecal varía según el grado de hidratación de los distintos componentes del residuo seco de las heces. La diarrea puede producirse por aumento del residuo de gran hidrofilia (afinidad por el agua) o por disminución del residuo de mediana o poca hidrofilia, es decir, la diarrea se produce cuando el residuo fecal tiene una mayor afinidad por el agua o capacidad de retenerla y de ahí que las heces sean de consistencia más acuosa.
La diarrea suele ser un síntoma de infección en el tracto digestivo, que puede estar ocasionada por diversos organismos bacterianos, víricos y parásitos. La infección puede transmitirse por alimentos o agua para beber contaminados, o bien de una persona a otra como resultado de una higiene deficiente.
Tipos de diarrea
En términos clínicos, la Asociación Americana de Gastroenterología (AGA) clasifica la diarrea en:
Diarrea aguda: cuando la duración es inferior a 2 semanas.
Diarrea persistente: la duración se prolonga entre 2 y 4 semanas.
Diarrea crónica: dura más de 4 semanas de forma continua u 8 semanas intermitentemente.
La diarrea aguda y persistente, generalmente, presenta un comienzo brusco y es autolimitada. Según su origen, se clasifica en:
Infecciosa. Las más frecuentes son las causadas por virus, principalmente rotavirus, que tienen una importante incidencia en los niños entre los 6 y 24 meses de edad).
No infecciosa: generalmente se asocia al consumo de laxantes u otros medicamentos como antibióticos, antiácidos, que contienen magnesio, digoxina, acarbosa, metformina, teofilina, misoprostol, sales de hierro, orlistat, colchicina, etc.
La diarrea crónica desde el punto de vista fisiológico se clasifica en:
Inflamatoria: es la más frecuente en adultos y es característica de las enfermedades inflamatorias intestinales.
Osmótica: se produce por la malabsorción a nivel del intestino delgado de diferentes sustancias como toxinas bacterianas, fármacos o nutrientes que se acumulan debido a deficiencias enzimáticas, como ocurre, por ejemplo, en el caso de la intolerancia a la lactosa.
Secretora o acuosa: es típica de procesos de malabsorción, de ácidos biliares y de infecciones por enterotoxinas.
Motora: se debe a alteraciones de la motilidad intestinal. Es poco frecuente y puede alternarse con periodos de estreñimiento. Aparece, por ejemplo, en el síndrome de colon irritable.
Ficticia: suele ser auto inducida, principalmente por la toma de laxantes.
¿Qué síntomas produce una diarrea?
Los pacientes que padecen diarrea aguda, además del aumento del número de deposiciones líquidas, suelen tener con frecuencia malestar general, náuseas, vómitos, dolor abdominal cólico (como retortijones) junto con la sensación de hinchazón abdominal que mejoran con la deposición, a veces dolor de cabeza y con frecuencia fiebre en mayor o menor medida. En algunos casos, puede observarse sangre en las heces. Todos estos síntomas son más intensos al principio, de forma que en la mayoría de los pacientes desaparecen al cabo de 2-4 días.
Es conveniente tener en cuenta algunas consideraciones especiales en caso de diarrea, como determinar su duración, la frecuencia y la cantidad de deposiciones y el tiempo transcurrido desde el último episodio de diarrea. Las deposiciones frecuentes y acuosas son más consistentes con una diarrea de origen viral, mientras que las deposiciones con sangre o moco son indicativas de un patógeno bacteriano. De manera similar, una diarrea de larga duración (> 14 días) es más consistente con una causa parasitaria o no infecciosa de diarrea.
Recursos útiles frente a la diarrea
Existen algunas estrategias preventivas relacionadas con el consumo de alimentos para evitar las diarreas e infecciosas cómo evitar el huevo crudo, el pescado crudo o poco cocinado y utilizar leche pasteurizada, entre otras. Se recomienda consumir agua o bebidas embotelladas, así como prescindir de hielos y helados y en caso de tomar infusiones, el agua se debe hervir varios minutos. Además, las frutas deben estar peladas y lavadas y las verduras, carnes y pescados debidamente cocinados.
También existen algunas recomendaciones higiénicas generales para evitar su aparición, como lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón (especialmente tras ir al baño y antes de las comidas) y evitar que los niños se lleven objetos a la boca.
Además, es fundamental mantener un buen estado de hidratación y siempre consultar con un profesional sanitario como el médico o el farmacéutico para seguir un plan adecuado de cuidados; seguir los consejos adecuados que nos aportan, puede ayudarnos a resolver la diarrea.
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