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10/09/2015

LA HIDRATACIÓN Y SU IMPORTANCIA PARA NUESTRO ORGANISMO

A estas alturas del año todos somos muy conscientes de lo importante que es mantenerse hidratado: lo hemos leído, visto y oído en los medios de comunicación durante los meses de julio y agosto. Sin embargo, la hidratación no es sólo cosa del verano pues es algo de fundamental importancia para nuestra salud durante todo el año.

Cuando estamos deshidratados, el nivel de agua que contiene nuestra sangre disminuye lo que dificulta su circulación y como consecuencia nuestros órganos y músculos reciben un nivel menor de los nutrientes y del oxígeno que necesitan para funcionar correctamente.

De media, nuestro cuerpo está formado por un 60% de agua: está presente en el interior de nuestras células, en el espacio entre nuestras células, en nuestra sangre y en otros líquidos de nuestro cuerpo como la saliva, el sudor o las lágrimas.
 

¿Qué funciones cumple el agua en nuestro organismo?
 

El líquido elemento desempeña unas  funciones principales que aseguran el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo:

  • Transporta y distribuye los nutrientes esenciales para nuestras células como los minerales, las vitaminas o la glucosa
  • Elimina las toxinas que producen nuestros órganos
  • Regula nuestra temperatura corporal (si queréis saber un poco más sobre la temperatura corporal, no os perdáis este artículo)
  • Colabora en nuestro proceso digestivo
  • Actúa también como lubricante de nuestras articulaciones

El agua es tan importante para nuestro cuerpo que una persona normal a una temperatura normal  y con una vida relativamente sedentaria puede aguantar tan sólo entre 3 y 5 días sin beber. Y decimos tan sólo porque el organismo de esa misma persona podría aguantar hasta un mes sin ingerir alimentos.
 

¿Cómo pierde agua nuestro cuerpo?
 

Nuestro organismo pierde agua constantemente: cuando respiramos, cuando sudamos, cuando orinamos y cuando evacuamos. Mediante estas acciones el cuerpo pierde una media de entre 2 y 2, 5 litros diarios de agua. Aunque no perdemos únicamente agua: perdemos sodio, potasio, calcio, flúor y otros electrolitos.



El cuerpo puede compensar la pérdida cotidiana de líquidos mediante el traslado del agua interna de nuestras células a nuestra sangre. Sin embargo, si no reponemos el agua que perdemos a lo largo del día podemos sufrir deshidratación

 

La deshidratación leve es bastante común ya que está provocada por una exigua ingesta de líquidos. En caso de padecer alguna enfermedad gastrointestinal que provoque diarreas y vómitos, de tener fiebre o de sufrir alguna quemadura, la deshidratación se agrava por lo que es muy importante reponer los líquidos perdidos para que nuestra salud no se deteriore de forma considerable.
 

¿Qué es la deshidratación?
 

La deshidratación se produce cuando nuestro balance hídrico es negativo, es decir, que perdemos más agua de la que ingerimos. Existen 3 tipos diferentes de deshidratación:

  • Deshidratación Isotónica: se produce cuando perdemos aproximadamente la misma cantidad de agua que de electrolitos.
  • Deshidratación Hipertónica: se produce cuando la cantidad de agua que perdemos es mayor a la de electrolitos
  • Deshidratación Hipotónica: tiene lugar cuando nuestro organismo pierde más electrolitos que agua.

Nuestro cuerpo es complejo a la par que sabio, por eso, cuando detecta una bajada de la cantidad de agua en nuestro organismo dispara nuestra sensación de sed: nos  empuja a beber para mantener el equilibrio hídrico.
 

¿Qué consecuencias tiene la deshidratación en nuestro organismo?
 

Cuando estamos deshidratados, el nivel de agua que contiene nuestra sangre disminuye lo que dificulta su circulación y como consecuencia nuestros órganos y músculos reciben un nivel menor de los nutrientes y del oxígeno que necesitan para funcionar correctamente. 

 

Así pues, cuánta más agua pierda nuestro organismo, más graves serán las consecuencias para nuestra salud:

  • Una deshidratación leve nos provocará sed, dolores de cabeza, debilidad, mareos, fatiga y también puede producir somnolencia. 
  • Si la deshidratación que padecemos es moderada tendremos la boca seca, nuestro pulso aumentará, a nuestra piel le faltará elasticidad, nos sentiremos pesados y tendremos poco o ningún volumen de orina.
  • En caso de deshidratación grave hay que acudir a un centro sanitario ya que estaremos ante una emergencia médica que podría ser letal: se caracteriza por una sensación extrema de sed, una frecuencia respiratoria acelerada, una falta de volumen de orina, piel fría y húmeda, espasmos musculares, vómitos, alteración del estado mental…

¿Qué puedo hacer para rehidratarme?
 

Las bebidas nos aportan entre un 75 y un 80% del agua que necesita nuestro organismo, el otro 20-25% procede de los alimentos que ingerimos, por lo que para mantenernos hidratados no tenemos más que ingerir líquidos como agua, infusiones, zumos, lácteos, etc. y comer, sobre todo caldos, sopas, frutas y verduras (su contenido en agua es más elevado que en el resto de alimentos).

 

En ocasiones la ingesta de agua puede resultar insuficiente ya que, como hemos dicho anteriormente, además de agua perdemos electrolitos. A una persona que practique deporte se le recomienda que beba algún tipo de bebida isotónica para reponer las sales que ha perdido a través del sudor.

 

El agua tampoco es suficiente en caso de padecer alguna enfermedad gastrointestinal. Muchas personas tienden a consumir bebidas isotónicas para hacer frente a la pérdida de sales minerales, pero no se trata de la bebida más indicada ya que están pensadas para reponer las sales que perdemos a través del sudor.

 

Lo ideal en caso de enfermedad gastrointestinal es recurrir a preparados especiales a base de glucosa y sales minerales que puedes encontrar en tu farmacia.
 

¿Cuánto líquido debo beber para mantenerme hidratado?
 

Depende, ya que la cantidad varía en función de la persona, su edad, su dieta, su nivel de actividad y de las condiciones ambientales, entre otros factores. Por ello no es fácil determinar la cantidad exacta de agua que debe ingerir una persona. Sin embargo, sí que existen unos valores de referencia establecidos por la European Food Safety Authority (EFSA) que pasamos a desarrollarte a continuación:

  • Los niños tienen riesgo de sufrir deshidratación por varios motivos. El primero es que su sistema inmunitario está desarrollándose y son más proclives a presentar, como ejemplo, diarrea o gastroenteritis, con su correspondiente pérdida de líquidos. El calor y la sequedad ambiental  les afecta más y no menos importante es que en esas edades la sensación de sed no está aún desarrollada al 100%. Beber a poquitos, pero durante todo el día les ayudará a mantenerse bien hidratados y evitar problemas.
  • Los ancianos y las personas mayores también tienen riesgos de sufrir una deshidratación moderada o prolongada, pues no son conscientes muchas veces de lo importante que es refrescarse y beber líquidos de forma más o menos recurrente durante el día, bien porque también tienen una menor percepción de la sed o bien porque sufren algún tipo de enfermedad que afecta a sus niveles hídricos. Igualmente se recomienda un consumo de poca cantidad pero durante prácticamente todo el día.
  • Una mujer u hombre adultos de entre 20 y 70 años deben consumir por lo general 2 litros y 2,5 litros de agua respectivamente. Si realizan ejercicio o deporte, deberán ingerir la cantidad proporcional a la pérdida de agua que dicha actividad conlleve. Si se corre o pasea, lo ideal es ingerir un par de vasos de agua (0,5 litros) media hora antes de empezar con la actividad.
  • Y por último, destacar que las mujeres embarazadas o en periodo de lactanciatambién presentan un riesgo de deshidratación mucho mayor, ya que las necesidades del bebé y los requerimientos nutriciones de la madre cambian y se amplifican... Según la EFSA al final del 3º trimestre el agua representa el 94% del peso total de bebé. También recomienda añadir 300 ml a la ingesta total recomendada en mujeres de 2 l.

Recuerda: la hidratación es importante durante todo el año.  ¡No la descuides!

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