En los países desarrollados, el hábito tabáquico es una de las principales causas de pérdida de salud y de mortalidad evitable y prematura. En España, el 24,1% de la población de 15 o más años consume tabaco diariamente (27,9% hombres y 20,2% mujeres).
Según la Organización Mundial de la Salud 1.300 millones de personas consumen tabaco en alguna de sus formas, siendo la segunda causa de muerte en el mundo y seis millones de personas fallecen por este motivo y por la exposición al humo, a pesar de que tan solo un 22% de la población mundial son fumadores.
Dada la prevalencia del hábito tabáquico y sus repercusiones negativas en la salud de la población, se han desarrollado distintas estrategias y programas para dejar de fumar. En este sentido, resulta de interés las ventajas que conlleva dejarlo, cómo y cuándo se obtienen beneficios, así como algunas pautas para abandonar el hábito tabáquico.
Beneficios de dejar de fumar
Si desde hace décadas se conocen los efectos nocivos del hábito tabáquico sobre la salud del fumador, también desde hace varios años son suficientemente conocidas las ventajas de su abandono.
A continuación, se detallan algunos de los beneficios o ventajas indudables del abandono o reducción del hábito tabáquico:
En relación con la morbilidad, el fumador que abandona el hábito experimenta una mejoría sustancial de su calidad de vida al poco tiempo, con un significativo aumento de su tolerancia al ejercicio y de sus capacidades gustativa y olfativa.
A nivel cardiovascular, con el abandono del hábito tabáquico los mayores beneficios se observan en relación con la enfermedad arterial periférica. Asimismo, a nivel coronario, disminuye la incidencia de infarto y la aparición de reinfarto tras un primer episodio no mortal, o sobre la evolución y gravedad de la angina. También se han demostrado los efectos beneficiosos del abandono del hábito en los casos de cirugía coronaria. Por otro lado, diversos estudios han demostrado los beneficios de la cesación en términos de regresión de las placas arterioesclerosas, modificaciones favorables del perfil lipídico, del funcionamiento plaquetario, del nivel plasmático de agentes antioxidantes, del perfil tensional y del estado de estimulación adrenérgica. Además, en el caso del accidente vascular cerebral, también se ha encontrado una significativa reducción de la aparición de ictus isquémico y hemorrágico en los fumadores de ambos sexos que han abandonado el hábito.
A nivel respiratorio, la enfermedad más comúnmente asociada al tabaquismo es la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). En los últimos años han aparecido diversos trabajos que demuestran que las recidivas tras los intentos de abandono del hábito contribuyen a deteriorar la función respiratoria de manera semejante a la de quienes continúan fumando, especialmente si el número de recidivas es elevado. Una de las áreas en la que los beneficios de dejar de fumar se observan más clara y precozmente, es sobre la morbilidad respiratoria, en términos de tos y expectoración (ésta, en los primeros tiempos tras la cesación puede aumentar como consecuencia de la mejoría de la función ciliar). Por lo que se refiere a disnea, su mejoría es más lenta y menos espectacular.
En relación con el cáncer, el cáncer tabaco-dependiente más estudiado es, sin lugar a duda, el broncopulmonar y sobre él se dispone, asimismo, el mayor número de evidencias acerca de los efectos beneficiosos de dejar de fumar.
En relación con embarazo, parto, repercuten sobre el feto/ recién nacido, que es un fumador pasivo altamente vulnerable, y en cuyo caso las consecuencias del hábito tabáquico de la madre pueden tener repercusiones para el resto de la vida. En cuanto a la menopausia, dejar de fumar favorece que su edad de aparición tienda a equipararse a la de la mujer no fumadora, reduciendo el adelanto de 1-2 años que ocurre en la mujer fumadora, a tan solo 6 meses o menos.
Otros beneficios del abandono del hábito se extienden a otros casos como el de la úlcera péptica, donde la cesación se traduce en un menor número de recidivas y una menor duración de los brotes. También hay una menor tasa de complicaciones en cirugía general y ortopédica. Además, en otro orden de cosas, con la reducción de la prevalencia del tabaquismo cabe esperar unos beneficios en términos de costes sociales
¿Cómo y cuándo se obtienen beneficios?
Los beneficios sobre la salud son muy importantes y muchos de ellos inmediatos tanto para hombres como para mujeres de todas las edades. Muchos de ellos de rápida recuperación y otros que llevan diferente tiempo.
A los 20 minutos: La presión arterial y el pulso (frecuencia cardíaca) vuelven a la normalidad. Mejora la temperatura y la circulación de las manos y los pies.
A las 12 horas: Disminuye el monóxido de carbono y aumenta el oxígeno en nuestra sangre. La nicotina de la sangre baja notoriamente (aparecen síntomas de abstinencia).
A las 24 horas: El riesgo de sufrir un infarto se reduce.
A las 48 horas: Mejoran los sentidos del olfato y el gusto. Ya no se detecta nicotina en el cuerpo.
A los 3 días/ 72 horas: Se puede respirar mejor (mejor funcionamiento bronquial) y la energía aumenta.
A los 5-8 días: algunos individuos desarrollan tos y expectoración como manifestación de vitalidad recuperada por los cilios bronquiales como defensa de la vía respiratoria.
A los 10 días- 2 semanas: Se reduce la irritación de las encías y se normaliza la circulación en ellas. Se reduce el riesgo de caries y pérdida de piezas dentarias.
De 2 a 4 semanas: Mejora los niveles de colesterol. Se normaliza la función de las plaquetas y la coagulación.
De 2 semanas a 3 meses: Disminuye el riesgo de padecer un evento cardiovascular, mejora la circulación y la función pulmonar.
De 3 semanas a 3 meses: Mayor facilidad para caminar más tiempo y a mejor ritmo. Mejoría notoria o desaparición de la tos crónica.
De 1 a 9 meses después: Problemas como la tos, los ahogos, la congestión y otros síntomas respiratorios mejoran. Progresa significativamente la función de las arterias de todo el organismo.
1 año después: El riesgo de un ataque al corazón se reduce a la mitad (tanto de enfermedad coronaria, infarto agudo de miocardio y accidente cerebrovascular).
De 5 a 10 años: el riesgo de accidente cerebrovascular es comparable al de no fumador.
10 años después: El riesgo de sufrir un infarto y otras enfermedades cardiovasculares es el mismo que el de las personas que nunca han fumado. El riesgo de padecer cáncer de pulmón tras este período de tiempo se reduce a la mitad y disminuye con el paso de los años.
15 años después: El riesgo de enfermedad coronaria es comparable de una persona que no fumó.
20 años: El riesgo aumentado de morir por causas vinculadas al tabaquismo, incluyendo enfermedad pulmonar y cáncer, se equipará al de no haber fumado nunca.
¿Cómo dejar de fumar?
Un escaso número de fumadores logra dejar de fumar por sus propios medios cuando ha tomado la decisión. La consulta con un profesional de la salud como el médico o el farmacéutico, que puede ofrecer alternativas con o sin medicación, mejora mucho la probabilidad de dejar de fumar.
Hoy en día disponemos de tratamientos psicológicos, de tipo conductual, y farmacológicos, que han demostrado eficacia para ayudar a las personas a dejar de fumar, multiplicando por dos o tres la probabilidad de abandono del consumo.
En este sentido, en el mercado actual existen recursos farmacológicos que pueden ayudar a dejar de fumar. En concreto, algunos de ellos son, en la actualidad, la terapia de primera línea en tratamiento de la adicción nicotínica, debido a su mayor efectividad demostrada en ensayos randomizados, metaanálisis y revisiones sistemáticas.
Resulta especialmente interesante uno de los fármacos cuyo mecanismo de acción es doble, ya que puede actuar estimulando los receptores αy β nicotínicos, pero lo hace a un nivel mucho más bajo que la nicotina. De esta forma, alivia los síntomas de ansia de fumar y abstinencia. Por otro lado, al tener más afinidad por dichos receptores que la propia nicotina, bloquea la unión de ésta, lo que produce una reducción de los efectos gratificantes y de refuerzo que se experimenta al fumar. De esa manera, los pacientes sienten alivio al usarlo y menos placer al fumar, facilitando el abandono del hábito.
Teniendo en cuenta que existen recursos de este tipo, se puede decir que: Dejar de fumar y mantenerse alejado del cigarrillo es difícil, pero no imposible, por lo que se recomienda consultar a un profesional sanitario para poder aplicar la opción más adecuada en cada caso.
REFERENCIAS
Méndez Fernández, J.M. La deshabituación tabáquica individual, un enfoque desde atención primaria de salud. RqR Enfermería Comunitaria (Revista SEAPA) 2015 noviembre 3(4): 26-36. [Acceso: 13 de junio de 2024]. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5321072